Como ser, sin talento, un artista

En el arte, el vanguardismo y el personalismo son buenos refugios para la mediocridad. A falta de ideas de verdad nuevas, el camino que sigue el mediocre para fungir de talentoso es el de inventarse ocurrencias (que no ideas) noveleras (que no nuevas) y caprichosas (que no inspiradas) para pasar piola como ‘‘artista vanguardoso’’. Ser ‘‘vanguardoso’’ es fácil. Ocurrencias y caprichos los tiene hasta un niño, y para implementar novelerías solo hace falta amigos, poder o plata. Lo que al ‘‘vanguardoso’’ le permite pasar piola es que asume una posición personalista. Con esto puede eludir ser juzgado bajo parámetros conocidos. Para salvarse de cualquier objeción, el vanguardoso puede salirse con un ´´esa es mi visión personal’’, o un ´´es una propuesta demasiado nueva’’, o un ´´a mi me basta con entenderme a mi mismo’’ o (créanme, lo he escuchado) hasta un ´´mi obra todavía no puede ser juzgada porque no existen aun criterios para juzgarla’’. Tales argumentos sacan a su objeto de arte de cualquier terreno de evaluación conocido. Y logran que el mediocre quede incólume y que el critico se vea reducido a soltar un debilucho "pues no me gusta y punto’’. Que no es lo mismo, por supuesto, que asegurar contundentemente que "esto es pura y sencillamente basura y punto’’. El capricho novelero y la ocurrencia invencionaria se han hecho pasar por arte. Peligroso asunto. Peligroso porque existe una vanguardia de verdad: la de aquellos que, porque sí tienen talento, aciertan a producir ideas nuevas y las expresan con formas nuevas. Picasso, por ejemplo. O Stravinski. O Beckett. O Vallejo. O Wilson. Pero por cada verdadero vanguardista aparecen, por lo menos, cien ´´vanguardoso’’ a robarles las ideas y quitarles espacio, prestigio y credibilidad. Porque confunde, claro está. Hace falta experiencia para distinguir a vanguardistas de ´´vanguardosos’’. Los artistas jóvenes, por su inexperiencia, son presa fácil del vanguardosismo (que no vanguardismo). Quieren abrirse su propio camino sin saber que el camino ya esta abierto y bien trillado. Quieren romper con todo lo anterior sin saber que eso que quieren romper ya ha sido mil veces roto, y que pese a tanta rotura sigue perviviendo incólume, y seguirá perviviendo cada vez con mayor fuerza, quizás gracias al reto que entraña el trabajo de los verdaderos vanguardistas (que no de los vanguardosos) Como jóvenes, los vanguardositos no saben - o no quieren creer – que están inventando lo ya inventado. La ´´performance’’, por ejemplo, ese numero abstracto y conceptual que surgió en los Estados Unidos a fines de los años setenta, treinta años antes se había llamado ´´happening’’. En treinta años más se llamara otra cosa, porque solo en el nombre estará la diferencia. Pero las formas del verdadero arte seguirán vivitas y coleando, pese a eso mismo y por eso mismo. Como siempre. Alonso Alegría